—¡Retírense de la batalla, soldados! –El caballero gritó a los hombres que luchaban a pie–. ¡Parece que el rey nos ha enviado a una trampa! ¡Esto es una trampa! El rey nos mintió. ¡Salven sus vidas!

Pepe cerró el libro. No podía seguir leyendo. ¿Cómo puede ser tan malo un rey? ¿Cómo pudo ese rey enviar a su gente a morir? ¿Cuál era su motivo? ¡Qué corazón tan horrible tenía ese rey!

Pepe estaba tan decepcionado con la historia del rey malvado que decidió no seguir leyendo. Se suponía que los reyes eran buenos. Se sentía tan disgustado que decidió salir a dar un paseo.

Estaba soleado afuera y eso ayudó un poco, pero no tanto como él esperaba. No podía deshacerse de la idea de un rey tan horrible. De repente una brisa fresca le sopló suavemente el pelo, se escuchó un “puf”, y los Tres Mosqueteros se hicieron visibles.

Pepe se dio cuenta que el Mosquetero de la pluma roja, Jesús, tenía una corona. El Espíritu Santo trajo a la memoria de Pepe el versículo de la Biblia que había leído muchas veces en Navidad: “Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.” (Lucas 2:11)

De repente, Pepe se dio cuenta que Jesús era su Rey y le hizo una reverencia.

—¡Sos uno de mis caballeros de radiante armadura! –Jesús le dijo a Pepe con una gran y amorosa sonrisa.

—Jesús es el Rey de reyes, y le he dado el universo entero –el Padre miró con orgullo a su Hijo. Luego se volteó hacia donde estaba Pepe y añadió:  —Sí, le he dado a Él el universo entero, que incluye la tierra.

¡Pepe estaba asombrado con ese pensamiento! Era la primera vez que veía a Jesús como un Rey y no sólo como su amigo. Pepe se puso a reflexionar sobre esta idea ya que la misma podría realmente cambiar las cosas…

—Hay dos reinos –el Espíritu Santo rompió el silencio–. El Reino de Dios, y el reino de este mundo. La gente tiene la opción de elegir a qué reino quiere pertenecer. El Reino de Dios es santo y bueno; y aquí encontrarás amor, verdad, alegría, paz, orden, plenitud, esperanza, consuelo, justicia. El reino de este mundo es malo; y allí encontrarás odio, engaño, mentiras, codicia, inquietud, miseria, vacío, caos, egoísmo.

—Pero, ¿cómo es posible que yo sea un caballero del Reino de Dios si todavía vivo aquí en la tierra? –preguntó Pepe.

Entonces el Padre explicó tiernamente: —Jesús trajo el Reino de Dios a la tierra. Así que cuando creés en Jesús, y te arrepentís y le obedecés, sos de nuestro mundo aunque vivás en éste. ¡Sos uno de mis hijos gracias a mi Hijo Jesús!

—Oh… ¡ya veo! –exclamó Pepe.

—Sos un caballero muy importante. Sólo pensá, ¡sos luz en la oscuridad de este mundo! –Jesús lo animó.  

—No todos los reyes o líderes terrenales son malos… sólo aquellos que deciden pertenecer al reino de este mundo y no quieren a Jesús en sus corazones –añadió el Padre–. Ese tipo de reyes se convierten en el rey malvado del que leías en tu historia.

—¡Jesús volverá a la tierra otra vez! –El Espíritu Santo dijo inmediatamente mientras aplaudía con emoción–. ¡Bajará en una nube con todo su poder y gloria, y establecerá su Reino aquí y quitará todo el mal!”

Entonces, Pepe hizo otra reverencia a Jesús y le dijo: —Aquí estoy, ¡un caballero a tu servicio, Rey Jesús!

Pepe sintió que Jesús lo abrazaba con mucho amor. Cerró los ojos y dejó que esta experiencia revitalizara todo su ser, la cual era tan maravillosa, que ni siquiera se dio cuenta cuando los Tres Mosqueteros desaparecieron de la vista.

—Estoy a tu servicio siempre, mi Señor… ¡no importa el costo! –Pepe dijo con una sonrisa de alegría, y con admiración y respeto.

Citas bíblicas relacionadas con el cuento:
 
Apocalipsis 1:5-8
Juan 18:36
Lucas 9:28-35
Isaías 53:1-12
Filipenses 2:5-11

Ponelo en práctica:

Como caballero o soldado del Rey Jesús, pensá en una situación en tu vida en la que hayás tenido, tenés, o tendrás que demostrar tu lealtad a Él.