—Es un día muy gris –Pepe hablaba para sí mismo mientras caminaba en el parque.
—Gris, gris, gris… –Se repetía caminando lentamente, sin energía.
—He mentido a mis amigos… –suspiró.
—No he tenido suficiente fe… –balbuceó.
—He juzgado a la gente… –giró los ojos hacia arriba.
—He sido un matón… –se dio con la mano en la frente.
—He desobedecido a mami y a papi… –sus ojos se empañaron de tristeza.
—No he tenido paciencia… –torció su boca.
—He… –Pepe iba a decir algo más, cuando de repente, un perro que estaba en el parque empezó a ladrarle fuertemente: ¡Guau! ¡Guau¡ ¡Guau!
—¡Suficiente! No soy bueno. ¡Lo sé! ¿Cómo Dios me podría amar? No lo merezco –Pepe se sentó muy desanimado en una banca de ladrillos y cerró sus ojos–. ¡Ni yo mismo me aguanto!
¡Puf! Los Tres Mosqueteros se hicieron visibles.
—¡Recordá nuestra Gracia, Pepe! –dijo el Padre con voz suave y compasiva.
—Tenés que sumergirte en nuestra Gracia y no simplemente nadar en ella –Jesús lo miró a los ojos.
—No veo un lago, o un río, o una piscina por aquí cerca… –Pepe seguía perdido en su culpa.
—¡Ja, ja! –se rió el Espíritu Santo–. Jesús te ha hablado en forma figurada o metafórica.
—Ah… ya veo… –dijo Pepe mientras empezaba a salir de su mundo gris y nublado.
—Estás tan enfocado en tu culpa que no podés ver cuánto de amamos, y cuán maravilloso sos vos para nosotros –le dijo el Padre.
—¿Pero cómo puede ser eso posible? ¡He sido malísimo! –Pepe quería llorar–. ¡No soy un santo!
—Pepe, reconocemos a un santo como aquel pecador arrepentido que ha sido perdonado –le sonrió Jesús lleno de amor.
—Por eso es bueno que te arrepintás, Pepe. También es bueno que lo digás en voz alta. Vas a experimentar una gran libertad cuando reconozcás y te arrepintás de tus errores. Sabemos que amás a Jesús, y sos amado incondicionalmente y completamente por nosotros los Tres Mosqueteros –el Espíritu Santo consoló a Pepe –Acordate que “… ahora nos ha sido mostrado ese amor por medio de la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien destruyó la muerte y ha dado a conocer la manera de tener vida eterna por medio de la buena noticia”. [2 Timoteo 1:10]
—Nuestra Gracia es tan poderosa que restaura las vidas, llena los corazones vacíos, y da propósito a las personas –añadió el Padre.
—¡Y también da mucho gozo y energía! –Jesús le guiñó un ojo a Pepe.
—Entonces, ¿está bien que continúe siendo malo siempre y cuando me arrepienta después? –preguntó Pepe.
—¡No, no, no! –los Tres Mosqueteros contestaron al mismo tiempo.
—Acordate lo que te dije hace un tiempo: entre más profundo tengás a Dios en tu corazón, más te irás comportando como nosotros Mosqueteros –dijo Jesús–. Recordá también mis palabras a una mujer arrepentida hace muchos años: —“… vete y de ahora en adelante no pequés más”. [Juan 8:11]
Luego, los Tres Mosqueteros empezaron a cantarle a Pepe: —¡La Gracia es nuestro regalo para vos! ¡La Gracia es nuestro regalo para vos! Si caés de nuevo, levantate y abrazá esa Gracia que sana y sacia.
—¡Súper! –Pepe empezó a bailar, y también notó que se sentía más liviano. De repente tenía mucha energía, y sentía que era capaz de hacer cualquier cosa maravillosa que se propusiera.
—¡No hay como la Gracia de Dios! –gritó Pepe, y siguó bailando con mucho entusiasmo.
Citas bíblicas relacionadas con el cuento: Efesios 2:8-9 2 Corintios 12:8-10 Apocalipsis 1:5